PRESENTE LO TENGO YO
Por Armando FUENTES AGUIRRE, “Catón”.
Cronista de la Ciudad.
DANDO PUERTA
Tengo el gusto de presentarles una puerta. Por muchas hemos pasado, y sin embargo no las conocemos bien. Permítanme, entonces, el placer de presentarles esta puerta, para que la podamos conocer.
La parte de arriba de la puerta se llama dintel. Cuando leemos: “El niño estaba sentado en el dintel de la puerta”, habrá que imaginar a la criatura sentada en lo alto de la puerta, igual que mono o mico trepador.
La parte que está abajo de la puerta -aquí sí el niño se podría sentar- se llama umbral. Las partes laterales son las jambas, piezas que sostienen el dintel. Y el quicio es donde entran las bisagras para que girando sobre ellas la puerta se abra o cierre.
Antes las puertas estaban formadas por dos pares de hojas, de modo que se podían abrir las de arriba, para que dejaran entrar la luz y el aire, y mantener cerradas las de abajo, para impedir el paso de perros, gallinas y otros animales. De ahí viene la expresión “abrir la puerta de par en par”.
Antaño las mujeres no usaban pantalón. Todas vestían enaguas, y después vestidos, o faldas. Algunas de esas faldas, muy ceñidas, se llamaban “de medio paso”. Había chicas que, quizás inadvertidamente –concedamos el beneficio de la duda-, se sentaban de modo que la mirada varonil podía penetrar en recónditas intimidades. A eso se llamaba “dar puerta”.
-¡Mira! –decíamos en voz baja-. ¡Fulanita está dando puerta!
La que no enseña no vende, dice el dicho. De ahí lo de la falda de medio paso; de ahí también lo de dar puerta.
-¡Se le ve hasta la cocina! -añadíamos golosamente. Y es que entonces las habitaciones de las casas estaban dispuestas en hilera, de modo que desde la sala se podía ver, efectivamente, hasta la cocina.
Enero es mes portero. Su nombre viene de janua, que quiere decir puerta. Jano era un dios portero. Su doble cara miraba hacia adelante y hacia atrás, igual que hacemos nosotros en enero, con un ojo puesto en el gato de lo que ya pasó y otro en el garabato de lo que aún no llega.
“Abre la puerta, portero, que alguno llamando está…”.
Esos son los primeros versos de un poema que, si no recuerdo mal, es de Manuel Gutiérrez Nájera. Entiendo que ese poema se llama “Calicot”. Lo recitaba de niño en el Colegio Zaragoza quien luego fue mi compañero de viaje por Europa, Manuel Othón Otero, que siempre ganaba el primer lugar en los concursos de declamación.
Otro Manuel, Manuel Acuña, veía en sus deliquios amorosos “abierta allá a lo lejos la puerta del hogar”. Tuve un malévolo amigo de parrandas que cuando declamaba el Nocturno a Rosario cambiaba el verso que dice: “… y en medio de nosotros mi madre como un dios”, y decía: “… y en medio de nosotros tu madre como un león”.
“Cuando una puerta se cierra otra se abre”. Así dice el antiguo refrán. Se cerrará alguna vez la puerta de la vida, y con la muerte se abrirá otra puerta a una nueva vida. No sabemos cómo será, del mismo modo que ignoramos cómo será este año que acaba de empezar. Aunque vayamos ya a mitad de enero lo deseo feliz para ti, lleno de salud, paz, amor y bienestar.